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¡Viniste a este mundo a ser feliz, por favor, no te distraigas!

Nací un 27 de marzo en Ciudad de México. A lo largo de ocho años amplié mi curriculum de aptitudes experimentando en diferentes áreas del mercado laboral socialmente aceptado. He jugado a ser varios personajes, tantos que siento que soy la versión masculina de la muñeca Barbie, he sido desde empleado godín en una instancia federativa hasta en una ¡funeraria!, modelo, bailarín de ballet clásico y danza contemporáneo para dos compañías, Chef, y dueño de restaurantes. Así es, hubo un tiempo en que mi sed de reconocimiento, y "éxito" me llevo a meter en aprietos a mi Ser más auténtico,  Hasta que, en 2007, las circunstancias y una fuerte crisis emocional  y de salud me empujaron a comprometerme de lleno con mi compromiso con la labor que vengo desarrollando desde entonces.

Labor que encajó perfectamente con mi pasión por la espiritualidad y la mente. Empecé enseñando Kundalini y Hatha Yoga pero no me quedaría ahí, tenía sed de más, mucho más..

No creo en los títulos nobiliarios (licenciaturas, maestrías, doctorados, etc.) Ni mis certificaciones internacionales, ninguno de mis estudios validados por la matrix, ni ninguna escuela de "renombre" me dieron el famoso éxito y mucho menos lo que yo estaba buscando. Nada puede avalar que realmente tienes la experiencia del conocimiento, soy un creyente de que lo válido es llevar el conocimiento al nivel más extremo y eso se llama ¡Experiencia del ser para Ser!

 

Conozco, desde que era un niño, dimensiones paralelas a la que vemos. Así mismo, conozco el dolor y el sufrimiento que provocan las emociones, el boicot de la mente y del ego, la derrota, la impotencia, el agotamiento y el miedo.

 

Sé que no existen vías rápidas, ni recetas mágicas, no hay caminos estándar, ni nadie que vaya a hacer por mí lo que yo estoy capacitado para hacer. Como, a través del tiempo que llevo dedicándome a esta labor, he ido dándome cuenta de que estas bases son idénticas para todos, promulgo la responsabilidad, la honestidad y la coherencia por encima de cualquier credo. No me adhiero a modas, pues son solo eso, demasiado temporales y demasiado vacías, mientras lo divino pervive más allá de nuestras necesidades y enquistados dogmas. Tampoco juego a ser maestro ni redentor de nadie. Lo que sí puedo hacer es compartir lo que conozco, lo que he experimentado, sin olvidar que mi camino es sólo mío y que cada cual debe seguir el suyo. Los cursos, diplomados y retiros que organizo son muy intensos, brutalmente honestos, profundos, prácticos y vivenciales. La base de mi trabajo es desmitificar lo que parece inalcanzable, para mostrar la entrada a un mundo donde la espiritualidad es sinónimo de responsabilidad y compromiso con uno mismo. Para ello comparto herramientas efectivas diseñadas para alejarnos del sufrimiento y acercarse a la consciencia y por tanto al amor. No vendo recetas fáciles, ni remedios de emergencia, ni siquiera cuando hablo de magia, no enseño brujería, aunque hable de otras dimensiones, nunca olvido la madurez y la atención que ésta requiere. Simplemente procuro mostrar el potencial que se halla escondido en el interior de los que llegan hasta mí y restaurar las memorias de lo que, en el fondo, ya saben. Lo que cada uno hace de estos descubrimientos es parte de su historia personal.

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